La selva es algo más que ese bosque lluvioso y húmedo que alberga la mayor biodiversidad del planeta. Una selva, en nuestra cultura, es metáfora de lugar oscuro, denso y peligroso, pero también lo es del paraíso perdido.
Este trabajo se mueve entre lo transitable y lo intransitable, lo penetrable y lo impenetrable de un entorno que nos fascina con su belleza y exuberancia, nos atrae y nos invita a penetrar en su misterio y en el conocimiento de todo aquello que lo habita. Los elementos formales son la plasticidad, la perfección-quasi-artificial que le confiere una dimensión escenográfica. La luz, que a veces puede parecer de flash, introduce un elemento ajeno, invasivo, que detalla y evidencia, robándole a esa jungla oscura el misterio natural e introduciendo una distorsión, un equívoco cultural. Teatralidad, artificialidad, extrañamiento,…
Mi fascinación por la selva tiene su anclaje en el recuerdo de aquellos escritores y artistas que me subyugaron durante la infancia y preadolescencia, Stevenson, Verne, Kipling, Henri Rousseau … la revisión e interpretación de esas sensaciones y emociones están en el origen de este proyecto aún en proceso.
Las fotografías están realizadas en un rincón de la selva del Pacífico Chocoano, en Colombia.